Chirivía y zanahoria: historia, diferencias y cómo aprovechar su potencial en la cocina![]() Mucho antes de que la zanahoria naranja conquistara nuestras cocinas, otra raíz dominaba los fogones de Europa: la chirivía (Pastinaca sativa). Su sabor dulce, con matices terrosos, especiados y un toque anisado, hizo de la chirivía un alimento fundamental durante siglos, presente en las mesas de campesinos, en los caldos de los monasterios y en la cocina popular. Esta humilde raíz, con su pulpa densa y dulce, fue un verdadero recurso para aportar dulzor y cuerpo a estofados, caldos e incluso a la repostería rústica, cumpliendo una función similar a la miel en una época en la que lo dulce era un lujo difícil de conseguir. Antes de que el azúcar de caña y la remolacha azucarera se hicieran accesibles, la chirivía se alzaba como uno de los edulcorantes naturales más valiosos, enriqueciendo las preparaciones cotidianas con su carácter propio. Por otro lado, la zanahoria (Daucus carota subsp. sativus), aunque botánicamente emparentada con la chirivía, no siempre tuvo el protagonismo que hoy le reconocemos. De hecho, las primeras zanahorias no eran naranjas, sino que exhibían colores tan diversos como púrpura, blanco, amarillo e incluso rojizo. No fue hasta el siglo XVII, en los Países Bajos, cuando los agricultores seleccionaron y popularizaron la variedad naranja como símbolo de la Casa de Orange, la dinastía reinante. Esta elección revolucionó las cocinas europeas, desplazando poco a poco a las zanahorias de otros colores y a la propia chirivía como la raíz dulce por excelencia. Las diferencias organolépticas entre la chirivía y la zanahoria son notables y han marcado el camino individual que cada una ha seguido en la gastronomía. Si bien ambas son raíces que solemos relacionar, cada una ha encontrado su espacio propio en la cocina. La zanahoria destaca por su sabor más suave, jugoso y afrutado, adaptándose con facilidad a nuevas formas de consumo, especialmente en crudo, en ensaladas frescas o crudités, como base de sofritos o en repostería, con el famoso carrot cake como uno de sus ejemplos más conocidos. La chirivía, en cambio, ofrece un sabor más profundo, especiado y terroso, y se mantiene fiel a su papel en caldos, guisos de cuchara y asados, donde su dulzor se intensifica al caramelizarse y aporta un toque de complejidad y calidez a las preparaciones de cocción lenta. Leer más... |
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